- A un año del inicio del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, han fallecido más de 7.000 civiles y casi 12.000 han resultado heridos, de acuerdo con la ONU.

Todo indicaba, hace ahora un año, que en cuestión de días la invasión rusa a Ucrania terminaría pronto. En cuestión de horas, las tropas del Kremlin ganaban territorio y se acercaban a la capital, por lo que la caída del Gobierno ucraniano se vislumbraba inminente y el futuro de su presidente, Volodímir Zelenski, era incierto. Hoy, 365 días después la guerra continúa, Ucrania se mantiene en combate y su presidente es uno de los líderes más alabados.
Las cifras de los 12 meses de tragedia son negativas, como todo en un conflicto bélico. La muerte de de más de 7 mil personas, millones de refugiados y ciudades destruidas quedarán para siempre en los recuerdos de quienes han debido enfrentar esta guerra que, en los libros de historia escribirá su inicio un 24 de febrero, pero que en realidad empezó mucho antes.
En el año 2014 las protestas del Euromaidán derivarían en la anexión ilegal de Rusia de la península de Crimea y el apoyo del Kremlin a las aspiraciones separatistas de las regiones de Donetsk y Lugansk, al este del país. La guerra en esa zona de Ucrania continuaría durante los siguientes ocho años. Los acercamientos de los posteriores Gobiernos ucranianos con la Unión Europea y la OTAN elevaban de forma cíclica la tensión con su vecino, que aseguraba que este movimiento sería una amenaza contra su seguridad.
Meses antes del inicio de la invasión, el Ejército ruso acumuló hasta 150.000 soldados en la frontera, movimiento que, aunque puso en alerta al mundo, dividía las opiniones entre los que creían que era una simple maniobra de presión y quienes realmente veían capaz al presidente ruso, Vladimir Putin, de comenzar una guerra cuyas consecuencias eran todavía impredecibles… pero el 21 de febrero el jefe del Kremlin reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk y dos días comenzó la ocupación.
Rusia entró por varios frentes: aceleradamente por el sur, el este y el norte con dirección a Kiev, para derrocar rápido al Gobierno de Zelenski, pero la realidad demostró flaquezas en el Ejército ruso, problemas logísticos y de mando que provocaron que un largo convoy de más de 60 kilómetros se empantanara de camino a la capital. A esto se sumó la fuerte resistencia ucraniana, apoyada con dinero, armas e inteligencia por los países occidentales, que frenarían el rápido avance de las primeras semanas.
Cuatro días después de la primera ofensiva se produjo el primer acercamiento diplomático que fue, junto a otros tres posteriores, incluido uno con la mediación del propio presidente turco, los únicos intentos de dialogar una salida del conflicto.
Zelenski y Putin son las cabezas visibles que encarnan a los dos bandos enfrentados en la guerra de Ucrania. Dos líderes diametralmente opuestos que ejercen el mando con discursos, escenografías y gestos muy diferentes, pero ambos con una enorme capacidad de persuasión.
Las cifras
En este año de guerra, han fallecido más de 7.000 civiles y casi 12.000 han resultado heridos, de acuerdo con la ONU, con independencia de todas las bajas ocurridas en el campo de batalla. Asimismo, más de ocho millones de refugiados se encuentran repartidos por toda Europa después de verse forzados a dejar sus hogares por la invasión.
En este escenario, los países occidentales se han volcado en enviar asistencia humanitaria, militar y financiera a Ucrania para ayudar a subsistir a una población golpeada por ataques, cortes de electricidad, dificultades de abastecimiento y la constante amenaza nuclear. Las donaciones en este periodo han superado los 157.000 millones de euros, de acuerdo con el Instituto Kiel para la Economía Mundial, y han contado con Estados Unidos como principal artífice de esta asistencia, seguido de los países europeos y la UE.
Menos claras y menos actualizadas son las cifras sobre los combatientes muertos desde el inicio de la guerra, ya que varían sustancialmente en función de la fuente de información. Las Fuerzas Armadas ucranianas aseguran haber acabado con la vida de más de 140.000 soldados rusos, mientras que el Kremlin reducía estas bajas a 5.937 el pasado septiembre.
No obstante la diferencia en las cifras oficiales, lo único claro es que han sido miles las vidas humanas que se han perdido en un conflicto que a un año de su inicio, no tiene fecha de término.