- El país al que aspiramos es, sin lugar a dudas, aquel que ponga en el centro de las acciones de seguridad la protección de los derechos humanos, donde las personas civiles tengan la confianza de salir de sus hogares y disfrutar de los espacios públicos sin temer por su integridad.
Tópico reiterado en cada espacio de diálogo político y cotidiano es la “Seguridad”. Un favorito de los medios de comunicación, uno de los mayores desafíos para el gobierno del Presidente Gabriel Boric y, sin duda después de las últimas semanas, el debate más álgido en el acontecer nacional. Pero, ¿a qué tipo de país aspiramos en términos de seguridad? A propósito del avance legislativo del proyecto de ley Nail-Retamal, hay una serie de puntos en los que debemos reflexionar si tratamos de proponer soluciones efectivas.
Por una parte, tenemos la necesidad imperiosa de disminuir la sensación de inseguridad en la población, por otra, el deber de garantizar que el quehacer de las policías se cumpla sin poner en riesgo su integridad. Pero además podemos mencionar ejemplos de distintos países que nos plantean que avanzar en el resguardo policial sin una perspectiva central de protección multilateral de los derechos humanos se transforma en una espiral de violencia que no ha sido capaz de resolver los problemas de fondo. Solo por mencionar algunos, tenemos los casos de Estados Unidos, México o el vecino Perú, donde el accionar policial no ha sido suficiente para combatir el crimen organizado.
Ante esta situación, me atrevo a decir, que el país al que aspiramos es, sin lugar a dudas, aquel que ponga en el centro de las acciones de seguridad la protección de los derechos humanos, donde las personas civiles tengan la confianza de salir de sus hogares y disfrutar de los espacios públicos sin temer por su integridad, pero además, que sean ellas quienes respalden en todo momento a sus policías, esto dado porque en ese país al que aspiramos, las policías no sólo cumplen bien sus roles, sino que además están dotadas de herramientas eficaces, de técnicas vanguardistas y de sistemas de inteligencia y acción profesionalizados.
Esto desde lo legal, no significa aumentar las libertades en el uso de armas, sino más bien, asegurar que el camino para solucionar la violencia no sea propiciando situaciones que eventualmente se puedan traducir en más violencia.
