Cómo es la papa «Matilde» creada en Perú y qué tiene que ver con cultivos a prueba de desastres

  • Los científicos están creando cultivos más resistentes cruzando variedades silvestres y modificando los genes de los cultivos.

El «tizón tardío» es un viejo enemigo de los humanos. Esta enfermedad catalizó la devastadora hambruna irlandesa de papas que comenzó en 1845.

Es causada por un patógeno similar a un hongo, que mata rápidamente a la planta de papa y convierte el cultivo en una papilla incomestible.

Más recientemente, el tizón tardío se ha ido infiltrando en las partes más altas de los Andes peruanos, a medida que el clima más cálido y húmedo ayuda a que el patógeno se propague.

Es por eso que los científicos del Centro Internacional de la Papa (CIP), un instituto de investigación en Perú, han estado muy motivados para desarrollar variedades de papa que puedan resistir el tizón tardío.

Buscaron este rasgo entre los llamados parientes silvestres del cultivo: plantas no domesticadas que están lejanamente relacionadas con las que ahora se cultivan como alimento.

Después de encontrar resistencia a la enfermedad en parientes silvestres de la papa, cruzaron las plantas silvestres con plantas cultivadas. Luego, los agricultores locales probaron las variedades recientemente desarrolladas y votaron por las que preferían cultivar, vender y comer.

El resultado es CIP-Matilde, una variedad de papa lanzada en 2021 que no requiere fungicidas para resistir el tizón tardío.

«Por lo general, es más fácil mejorar la resistencia a una determinada enfermedad», explica Benjamin Kilian, científico principal de Crop Trust, con sede en Bonn, Alemania.

La organización sin fines de lucro se asoció con el CIP para desarrollar la papa Matilde y está trabajando en muchas otras variedades de cultivos.

Si bien la resistencia a las enfermedades puede reducirse a un solo gen, crear resistencia a factores estresantes como la sequía o la salinidad puede implicar un trabajo con cientos de genes.

Para abordar la tolerancia a la sequía, por ejemplo, los científicos podrían explorar rasgos como la floración temprana para escapar de los efectos de la sequía, una menor pérdida de agua de las hojas de las plantas o raíces largas para que las plantas puedan extenderse más para alcanzar el agua.

Kilian dirige el proyecto del Crop Trust llamado Biodiversidad para Oportunidades, Sustento y Desarrollo (Bold en sus siglas en inglés), que reúne a socios que incluyen bancos comunitarios de semillas, programas nacionales de mejoramiento y centros de investigación internacionales.

Lo más importante es que también convoca a los agricultores. Expresan sus preferencias por rasgos particulares y prueban las diferentes variedades de cultivos en desarrollo (que incluye votar colocando piedras, palos o semillas junto a sus variedades favoritas).

Estos procesos participativos implican escuchar a diferentes tipos de agricultores, afirma Kilian.

Por ejemplo, “a veces mujeres y hombres, incluso dentro de la misma familia, prefieren características diferentes”.

Las mujeres pueden estar más preocupadas por el sabor y la nutrición, mientras que los hombres suelen centrarse más en el rendimiento.

El rendimiento (la cantidad de un cultivo realmente cosechado por cada unidad de tierra) nunca está lejos de las conversaciones sobre producción agrícola.

Sin embargo, intentar maximizar el rendimiento a toda costa ha llevado a un sistema alimentario más monótono, en el que las variedades de alto rendimiento desplazan a muchas otras.

“En condiciones óptimas y con un alto nivel de insumos, se pueden lograr grandes rendimientos. Pero también se corre el riesgo de perder totalmente la cosecha”, afirma Kilian.

«Para la mayoría de los agricultores, es más importante tener un rendimiento estable y confiable en todo tipo de entornos diferentes».

Un cultivo que apoya el proyecto Bold es el guisante (también llamado chícharo o arveja). Kilian explica que esta nutritiva leguminosa puede soportar el anegamiento y los entornos difíciles.

«A menudo era el último cultivo que sobrevivía si había una sequía».

Cayó en desgracia debido a un compuesto tóxico que podría ser peligroso si se ingiere en grandes cantidades (como durante una hambruna). Pero Crop Trust y sus socios están trabajando para reducir la toxicidad cruzando guisantes con parientes silvestres de cultivos.

Otro cultivo olvidado que los científicos destacan por su resistencia es la azolla (helecho de agua), un helecho que crece sorprendentemente rápido y no requiere mucha agua.

Y el frijol tépari silvestre puede soportar las duras condiciones del desierto.

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